GUATEMALA (AP) — Cuando tuvo un pequeño encontronazo con el auto de un pandillero en Honduras, un individuo que hacía entregas a domicilio se metió en líos: El accidente no había sido su culpa, pero no podía pagar por los daños y el conductor del otro vehículo amenazó con matarlo.
Temiendo por su vida, el hombre de 25 años y cabello enrulado se marchó a la frontera entre México y Estados Unidos y pidió asilo en este último país. Luego de pasar nueve días bajo custodia, fue subido a un avión en McAllen, Texas, y enviado a Guatemala.
Las autoridades estadounidenses explicaron que debía esperar aquí la entrevista que constituye el primer paso en el proceso para solicitar asilo. Una vez programada esa entrevista, debía regresar para ser interrogado por un juez, indicó el individuo.
Pero eso no era cierto. El gobierno estadounidense lo mandó a Guatemala para que solicitase asilo allí en el marco de una nueva política que coloca a migrantes que dicen temer por sus vidas en manos del precario sistema de procesamiento de asilos de esta nación centroamericana, con escasos recursos y limitadas opciones.
Cientos de hondureños y salvadoreños han llegado a Guatemala desde noviembre. El hondureño fue uno de los pocos que iniciaron el trámite para solicitar asilo.
Inmigración
La mayoría vuelve a los países de los que escaparon en lugar de esperar ser procesados en Guatemala, lo que hace que algunos describan el programa de asilo estadounidense como una “deportación con escalas”.
Las leyes internacionales no permiten que un país deporte a una persona que solicitó asilo y la envíe al país del que escapó.
“Ellos básicamente sacan a la gente de allá (Estados Unidos) con mentiras”, dijo el conductor, que pidió no ser identificado por temor a represalias.
El hombre terminó renunciando al asilo. En febrero, dos meses después de llegar a Guatemala e iniciar el trámite, suspendió el proceso y viajó a México. Se quejaba de lo lento del proceso y de la falta de oportunidades de trabajo en Guatemala.
Dijo que trataría de conseguir un permiso de trabajo en México, de ahorrar algún dinero y tal vez volver a intentar ingresar a Estados Unidos.
Cuando se le mencionó que el hondureño decía que lo habían engañado, si no mentido, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos dijo que el programa de asilo “no funciona así”. Al no tener más información sobre la denuncia, añadió, no podía agregar nada más.
Desde que entró en vigor el programa en noviembre hasta la semana pasada, el gobierno estadounidense envió a 683 personas que solicitaban asilo a Guatemala.
Esto es más del doble de la cantidad de solicitudes de asilo que procesó Guatemala en todo 2018. Pero solo 14, o el 2%, de los extranjeros solicitaron asilo aquí.
Washington selló acuerdos similares con Honduras y El Salvador, y Estados Unidos planea empezar a enviar solicitantes de asilo a esas naciones también.
Guatemala, Honduras y El Salvados constituyen el Triángulo del Norte de América Central del que salen la mayoría de los migrantes que han llegado a la frontera sur de Estados Unidos en los últimos años.